domingo, 3 de julio de 2011

Carta de un residente


Carta escrita por un médico residente de 2do año de un hospital público 
de la Ciudad de Buenos Aires.

¿Como se sentiría si supiera que quien conduce el ómnibus del transporte escolar de su hijo hace 24 horas que no duerme por estar conduciendo?
¿Estaría contento de mandar a su hijo a una escuela donde los maestros o profesores llevan más de 30 horas de trabajo ininterrumpido?
¿Volaría despreocupada si supiera que el piloto del avión en el que viaja durmió menos de 8 horas las últimas 72 horas?
¿Permitiría que el veterinario realice una cirugía a su  mascota sabiendo que lleva trabajando más de 30 horas sin dormir y que se alimento por última vez hace unas 18 horas?
¿Es seguro que la gente transite las calles de una ciudad, deambulando o en vehículos, sin haber dormido las ultimas 24 horas? ¿Usted estaría seguro?
Por que motivo entonces permitimos que nuestros médicos lo hagan?
Acaso son seres superiores capaces de soportar el sueño de manera prolongada sin inconvenientes?
¿Nos engañan cuando, estos mismos médicos, nos aconsejan dormir más tiempo para poder sentirnos mejor?
Estamos siendo atendidos por profesionales sumamente estresados, mal dormidos, mal comidos y en muchos casos malhumorados por las circunstancias en que trabajan.
No me refiero solamente al hospital publico, me refiero a casi la mayoría de los centros de salud argentinos, tanto públicos como privados y con alto prestigio.
¿Usted sabe que es un médico residente?
Un médico residente es un profesional que después de obtener con muchísimo esfuerzo su titulo de médico decide realizar una especialidad de la medicina, un postgrado, una beca, etc.
Para poder acceder a este privilegio anualmente se rinden concursos y de acuerdo al resultado una minoría ingresa al sistema de residencias médicas.
La residencia médica esta reconocida en casi todo el mundo y desde hace varias décadas como el mejor sistema de formación de médicos.
Este sistema consiste básicamente en un trabajo formativo que en el mejor de los casos recibe un escaso sueldo.  Si, en el mejor de los casos. Hay médicos que trabajan muy duro durante varios anos sin percibir un solo centavo.
La residencia dura entre tres y cinco anos, dependiendo del hospital donde se realice y la especialidad médica en que el médico ha decidido formarse.
En promedio se trabaja entre 8 y 15 horas por día, mas 4 a 12 guardias mensuales (dependiendo del hospital y la especialidad). Esto quiere decir que por ejemplo 8 veces al mes estos médicos no vuelven a su casa a dormir para quedarse trabajando hasta el final de la jornada del día siguiente. Para ser mas práctico, el profesional ingresa al hospital a las 8 de la mañana y se retira a las cinco de la tarde del otro día (con suerte), muchas veces sin tocar un colchón.
Según la ley 11.544 de jornada de trabajo, en su artículo primero, la jornada de trabajo  no podrá exceder las 8 horas diarias o 48 horas semanales.
¿Por que esta ley no se aplica a los médicos que trabajan, entre 70 y 120 horas semanales?
Esta introducción acerca de la residencia  es porque son ellos, los médicos residentes, estos jóvenes trabajadores, mano de obra barata, quienes se ven apretados entre una voz grave que les dice que deben seguir trabajando porque esa es la única manera de llegar a ser un gran médico y la otra voz, voz casi inescuchable de los pacientes que necesitan un médico entero, despierto, lucido, coherente.
Resulta curioso pensar que son los médicos quienes estudian la fisiología del sueño y su relación con las demás funciones del organismo, son ellos quienes conocen con más certeza las consecuencias del no dormir.
Ya sin abocarme al padecimiento del médico, me voy a detener unas líneas en subrayar que quienes realmente se perjudican son los pacientes.
Todos sabemos que si estamos mal dormidos o mejor dicho no dormidos, nos desempeñamos con menor y peor rendimiento que si hubiésemos descansado correctamente. El médico es un profesional que al trabajar con personas (con su salud o su enfermedad) desempeña un trabajo que considero de riesgo y de extrema responsabilidad, de manera que al cometer un error el resultado es muchas veces nefasto.
Por ejemplo,  una cuenta numérica mal hecha puede hacer que el paciente reciba mas dosis de un determinado fármaco, por ejemplo 100 veces mas (los errores con decimales son muy frecuentes) y ocasionarle  lesiones irreparables y muchas veces la muerte. Este tipo de errores ocurren a diario y son cometidos por excelentes profesionales.
Intento dirigirme a aquellos médicos que creen en el derecho de piso, a los que piensan que en la residencia te pagan por aprender, a los que dicen que hay que vivir la residencia para hacerse fuertes, a los que dicen que el residente no debe dormir, comer ni ir al baño porque debe aprovechar el tiempo al máximo, a los médicos que piensan que su profesión  es superior a los demás trabajos, a los que creen que por el hecho de ser médicos son superiores a las demás personas, a las personas en general que piensan que el médico se debe en todo momento al paciente. A todos les digo que los médicos somos personas, somos trabajadores y  debemos trabajar bajo las mismas leyes que las demás personas, por nuestro bien pero fundamentalmente por el de nuestros pacientes.
Lo preocupante de este siniestro régimen es que somos nosotros mismos quienes imponemos las reglas de trabajo, quienes aceptamos con pasividad las condiciones en que trabajamos, acostumbrándonos a esta cruel hostilidad que no hace mas que deteriorar con el pasar del tiempo, las inmensas ganas de ejercer la medicina que tenemos cuando comenzamos a ser médicos.
Me despido diciéndoles que no intento con esto, desprestigiar a los médicos ni mucho menos, sino resaltar que necesitamos un cambio urgente.
Soy partidario de que los médicos tengamos una sólida formación académica, intelectual y personal y para ello necesitamos trabajo, estudio y tiempo para el ocio.
Soy médico residente, amante de esta rica y apasionante profesión y es por eso que la defiendo.

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